Los montos de la transferencias en Argentina habría alcanzado
este año un total de U$S 456 millones, en el caso del Brasil la cifra alcanza
los U$S 378 millones.
Los
destinos de los jugadores tuvieron en un 66% las cinco ligas europeas más
importantes: España, Inglaterra, Alemania, Italia y Francia, y el resto se
dividió entre ligas menores de ese continente 22%, y el resto 12% se ubicó en
el fútbol de Rusia, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
Según
señaló Molina, desde el 2011 creció un 55% la presencia en Latinoamérica de
inversores e intermediarios provenientes de los países petroleros, entre los
cuales se destacan la empresas Gulf Finance House y su filial GFH Capital
Limited, el empresario kuwaití Fawaz Al Hasawi y sus hermanos, quienes operan
con los clubes barriales a los que financian desde un 30% a un 80 por ciento.
También
se destaca la figura del empresario Naser El Jelaifi, oriundo de Qatar, dueño
del PSG en Argentina y Brasil, quien tiene un conjunto de socios locales cuya
tarea es buscar talentos todo el año.
Otro
de los grupos inversores más importantes que se encuentra en Argentina y Brasil
es el Wandsworth Services LLP de Hitchin, Inglaterra, asociado con Broward
Capital Inc. situado en las Islas Vírgenes británicas.
El
informe de Euromericas Sport Marketing destaca el aumento de la exportación de
jugadores cada vez “más jóvenes”, es decir, que rondan entre los 14 y 19 años
de edad, y que salen directamente de las inferiores o fuerzas básicas de los
clubes.
La
salida de los jugadores a temprana edad se convirtió en un atajo engañoso en
cuanto a los beneficios, porque aporta plata para hoy pero desidia para mañana.
Se
puede decir que va en contra de un fútbol local de calidad y puede alterar los
niveles de pasión, y en este sentido afectar otros generadores de recursos como
las entradas a los estadios y la generación de empleos.
Por
otra parte, las transferencias al fútbol internacional se han convertido en un
motor financiero de los clubes argentinos.
Hoy es
realidad un nuevo esquema de negocios donde la mayoría de los clubes con deudas
millonarias toman dinero de inversionistas y representantes de jugadores que
tienen desde 13 años, a cuenta de futuros pases.
Se
mueven en un mercado que es cada vez de más corto plazo; de esta manera, si
tienen una oferta de un club extranjero, no la desaprovechan, porque no saben
si años después ese jugador valdrá lo mismo.
Puede
valer más o menos, pero no se puede arriesgar, explica Gerardo Molina, profesor
emérito y especialista internacional en Marketing Deportivo.
Damián
Demb, director de Euromericas Sport Marketing Argentina, remarca que las ligas
europeas reciben más recursos por los derechos de televisión, marketing y
abonos de sus asociados.
En el
caso de los clubes de América Latina dependen esencialmente de la venta de sus
jugadores que terminan siendo parte del patrimonio del club que los descubrió o
los compró dentro del mercado local.
En esa
venta, el equipo o los dueños de los derechos del pase reciben gran parte del
dinero, y el jugador retiene un 15% de la transacción.
Aunque
también deben pagarse porcentajes por derechos de formación a los clubes
anteriores donde el jugador haya recibido entrenamiento, esto no siempre se cumple,
dado que muchos jugadores se forman en academias o escuelas de futbol privadas.
En el
caso argentino, según el informe de Euromericas Sport Marketing, la venta de
jugadores es mixta y se efectúa desde los clubes federados (Asociación del
Fútbol Argentino –AFA-) y a escuelas de futbol públicas y privadas.
Los
clubes han cambiado el rol por el que fueron creados, ya han dejado de ser los
típicos ámbitos de socialización de la década del 40, cuando surgieron con
fuerza y fueron los actores que dieron pie a la revolución de la práctica y
competencia deportiva en toda América, incluido Estados Unidos.
Cuatro
quintas partes de los jugadores que terminan en Europa florecen en las 2.345
academias o escuelas de fútbol privadas reclutadas en todo el país y los 1.544
clubes barriales censados que entrenan jóvenes promesas bajo la tutela de
profesores y un organigrama de competencia.
Molina
explica que en Argentina muchas familias ven en las piernas de sus hijos a un
futuro Lionel Messi. Saben que los jugadores se han transformado en productos y
los clubes donde juegan son empresas, iguales o más fuertes que cualquiera otra
de las industrias del mercado no deportivo.
De
esta forma, "el primer paso es detectar a un chico con habilidades y poder
hablar con él y su familia.
El
valor de este proceso comienza con unos 600 dólares. La fase siguiente es
llevar a cabo la compra del futbolista, que oscilará en unos 400 dólares más si
son menores de 12 años, o entre los 1.000 a 1.200 dólares si el jugador está ya
federado.
Ya
conseguido el joven talento, el tercer movimiento es pulirlo a nivel personal
como profesional e iniciar la difusión de manera masiva de los videos del
jugador.
Después
de jugar partidos, si se tiene suerte, el futbolista se convierte en una
promesa y logra captar la atención de algún club europeo. Momento en el que
llega la hora de multiplicar el desembolso realizado.
Vía: corrienteshoy.com